viernes, 24 de junio de 2022

En todas partes?

Parece una chica normal esperando a su amiga. De vez en cuando suelen ser dos. Sentadas en bancos, de pie en la acera fumando, arrimadas a la pared de cualquier negocio o tienda. Se mezclan entre la multitud de esta urbe madrileña, que se mueve a pasos agigantados. Solo si permaneces mucho tiempo en el mismo lugar (o si ya has visto este puesto de "negocio" antes) te das cuenta de que no esperan a nadie. Son damas de la noche, haciendo la calle. Ahí donde hay multitudes, extranjeros, turistas y personas dispuestas a gastar dinero, ahí están ellas.

Cuando escribí la columna anterior, hace unos tres años pensaba que solamente en el caribe teníamos la maldición de que nuestros monumentos patrios y sitios de interés compartieran foco con el negocio de la prostitución. Era entonces más idealista, más soñadora y menos cínica. Un año en los medios y mi visión de la vida es otra; dos años de inmigrante y hoy veo más allá de la historia, la política y las culturas, y hasta entiendo el problema domínico-haitiano y por momentos me compadezco de ellos.

El caso es que pensaba que en Madrid había unos límites para la prostitución. Tienen sus lugares designados: la calle Montera, Casa de Campo, algunas zonas de plaza de castilla y camino a Alcalá. Quizás por eso fue mi sorpresa al escuchar un comentario entre dos chicas al estilo: "no me j*#s que estoy trabajando y me espantas los clientes". Estaba frente a un gift-shop por lo que mi curiosidad periodística se despertó y la miré. Una chica normal y cualquiera a la puerta de una tienda.
Pero no trabajaba en ella, sino frente a ella. No le vi pinta de vendedora y salí extrañada del local. Caminando a tomar el autobús, al otro lado de la Plaza Jacinto Benavente (que era donde estaba) comienzo a observar a la gente. Y por un instante comprendí. "¡Dios mío, esta plaza es un caladero sexual!"
Sentadas en los bancos, cerca de los abuelitos, de los turistas y de los niños que paseaban con sus padres. Como chicas normales, esperando a alguien. Que como se que eran "trabajadoras de la calle". He visto las suficientes por la calle Montera. La actitud te lo dice. En pleno corazón turísitico de Madrid!!
No me lo tomen a mal, no estoy en contra de ellas, trabajadoras sexuales que por diferentes motivos en la vida se han visto obligadas o han elegido esa profesión. No las juzgo! Cada uno es dueño de su destino y se ve abocado a él por H o por R. Es sólo que me sorprendió. En RD, los policías hacen de la vista gorda a esta situación, y ese tipo de conducta nos ha dado mala fama al país.

No juzgo que es el oficio más antiguo del mundo y aún en la era del sida y las enfermedades venéreas sin cura hay personas que siguen pagando para tener relaciones. Pero me extrañó que estuvieran ahí, entre la multitud de una sociedad que "batalla" para erradicarlas o alejarlas del centro. Que este es el Madrid del PP del beato de Gallardón. A este paso, Madrid será conocido como el nuevo paraíso del sexo en Europa.

Es curioso, porque siempre piensas que ya lo has visto todo y nada puede sorprenderte. Y luego pasa algo así para recordarme que todavía algo de la ingenua vive en mi.
Y aunque mi lado cínico lo recibe asombrado, en el fondo me alegro porque eso significa que no todo está perdido aquí...

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