lunes, 1 de octubre de 2007

Chicos malos vs chicos buenos

Hoy he terminado de leer un libro de Olivia Goldsmith (si, la autora de El club de las primeras esposas) que se titula Chico Malo busca chica y trata de la vida de un hombre casi perfecto (en realidad el sueño hecho de una mujer, con algunas imperfecciones como el no saberse vestir) y la amiga que lo ayuda a convertirse en un buitre devorador de mujeres (y obviamente se enamora por el camino).

Me ha llamado la atención esa idea tan arraigada de que a las mujeres nos gustan los chicos malos. De hecho en República Dominicana hay un dicho que dice “muchacha bien criada siempre le gusta un tiguere”. Y eso es cierto hasta un punto.

No es que “nos gusten” los chicos malos, es la idea del reto, de que son como niños que hay que moldearlos. Es el instinto maternal surgiendo. Y si a eso le añades los estereotipos y los malos hábitos inculcados desde niños (machismo, baja autoestima, inseguridad, mala relación con los padres) tendrás a una boba dispuesta a soportar las estupideces de ese tipo de “chicos malos”

Lo gracioso es que a la hora de hacerle el cambio radical al amigo, la chica sale con un vago, “músico”, egoísta, mantenido e imbécil. O sea un LOSER en mayúsculas, y el chico termina reformándose, consiguiendo un trabajo, siendo más atento, responsable.

Me reí de la ironía, mientras el bueno quiere ser malo, el malo se dio cuenta de que para lograr lo que quería tenía que ser bueno. Y es que si es cierto que las mujeres se dedican los primeros años de su vida (calculo que hasta los 27, pero depende de la edad, las experiencias y la madurez) eligiendo sapos (jóvenes, inmaduros, irresponsables, infieles y egoístas [he rechazado lo de mantenidos porque me cuesta creer que en pleno siglo XXI existan tantas idiotas dispuestas a mantener un hombre}) hasta que un día se cansan y se buscan un hombre de verdad que les de lo que necesitan.

Y mientras tantos, los hombres buenos que existen (los pocos que han sobrevivido ilesos a esa novia desgraciada que los marca de por vida y los vuelve inservibles) se cansan de buscar a una mujer que les haga caso y se vuelven malos, o tienen la suerte de que el destino o lo que sea haga que una mujer lo note antes de que sea demasiado tarde.

Y al final se me hizo la luz en la cabeza. Esto no tiene que ver con sexos. Pasa en ambos bandos (conozco muy buenos ejemplos). El problema es el que siempre ha existido. Que la mayoría de las personas no son capaces de ver más allá de la superficie de los demás, principalmente del sexo opuesto. Nadie ve (o quiere ver) más allá de la ropa que viste, del trabajo que tiene, del medio de transporte que tiene, de si es atractivo o no, que si tiene buen culo o buenas tetas, lo que hace en sus ratos libres, etc. y en base a eso, juzgan, encasillan y etiquetan.

Y si por casualidad, alguien que se detiene a observar se encuentra con algún de los anteriores, su propia inseguridad los lleva a rechazar esa persona porque es “demasiado buena para mi”.

Ahh las complejidades del amor. Lo bueno es que como mecanismo de perpetuar la especie la madre naturaleza se reinvindica uniendo a dos buenos, luego de varios malos (para que se mantenga la eterna llama del romance). Y si no, existen los embarazos no deseados, las parejas por despecho o desesperación, los matrimonios de conveniencia y los padres solteros. Cualquier cosa para que se perpetue la especie…

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